Para denunciar el patriarcado jerárquico kyriocéntrico que se ha adueñado de lo sagrado, de la espiritualidad y del liderazgo con el pretexto de una corporalidad más crística, y ha negado a las mujeres el reconocimiento a los ministerios ordenados.

Porque tampoco la iglesia ha sido un lugar seguro para las mujeres, y muchas han sido víctimas de la depredación sexual, de abusos, amenazas y acoso  por parte de jerarcas, sacerdotes, teólogos y laicos hombres que han participado de estas violencias hacia las mujeres.

Denunciamos la misoginia, el machismo y la violencia verbal que vivimos las mujeres en los discursos dominicales, donde no hay otro tema que acusar a las mujeres de asesinas, culpables del aborto y únicas responsables de la desisntegración familiar, cuando ésta muchas veces sucede por la violencia machista. Una iglesia machista que apoya a una sociedad de hombres abortistas y nunca los responsabiliza, pero que si violenta en sus discursos teológicos, homilías y conversaciones a las mujeres e irónicamente las utiliza para sus fines laborales. Denunciamos que no haya un discurso liberador del evangelio para las mujeres.

Denunciamos en este paro de mujeres la explotación laboral de las mujeres católicas: cocineras, secretarias, catequistas, enfermeras, cuidadoras de sacerdotes ancianos o enfermos, voluntarias, entre otras que no reciben un salario justo, pensión o jubilación por parte de la institución que predica la justicia.

Reconocemos en el movimiento feminista UN MOVIMIENTO PROFÉTICO inspirado por la Ruâh Divina, la divina sabiduría que heredamos de las profetisas como Ana, Miriam, Débora, Juldá, Isabel y otras tantas mujeres proféticas del antiguo pueblo Judío que nos inspiran a la denuncia, capaz de desestabilizar al sistema patriarcal y visibilizar la violencia. Y como herederas del profetismo bíblico

de éstas mujeres, también elevamos nuestra voz y con nuestros cuerpos paramos  en un ¡basta a la violencia eclesial contra las mujeres!

¡Basta de considerar el cuerpo de los hombres como más sagrado que el de las mujeres!, ¡Basta al trato infantil que quieren darnos a la mujeres, diciendo que debemos o no hacer con nuestras vidas, con nuestros cuerpos y sexualidades; y de constituirse como los únicos mediadores de la divinidad! ¡Basta de considerar a las mujeres más propensas al error o a la equivocación,

y de proclamar a los hombres como defensores de la verdad y cuidadores de la moral de las mujeres!

Las teólogas feministas también denunciamos la violencia que vivimos en los espacios académicos patriarcales por parte de los compañeros teólogos, o de las mismas instituciones que pretenden controlar nuestros saberes, pues se sigue manteniendo la idea que los hombres son los poseedores de la verdad doctrinal de la institución. Se pone a las teólogas en la mira de la sospecha y no se abren oportunidades de trabajo para ellas.

Por todo esto y más, nos sumamos al paro del 9 de marzo y al movimiento profético feminista de mujeres que hoy reclama justicia.

Autora: Marilú Rojas, teóloga católica feminista
— Ilustración: Católicas por el Derecho a Decidir México

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