BRASIL-

Por Angélica Tostes-

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todas reunidas en un solo lugar. Y de repente un sonido, como de un viento venido de las faldas de las madres de santo cuando bailan, llenó toda la casa donde estaban juntas. Y vieron pequeñas flores de loto llameantes flotando y reposando sobre la cabeza de cada una de ellas. Y todas quedaron llenas de la Ruah Divina y comenzaron a expresarse en diversos lenguajes. Unas bailaban, otras cantaban hermosos cánticos, aún algunas comenzaron a dibujar y pintar sus visiones celestiales, y también aquellas escribían hermosos poemas, conforme la Ruah las capacitaba.

Muchos hombres estaban cerca de la casa, oyendo esa gran fiesta, se juntaron y quedaron perplejos porque todos comprendían el mensaje divino en los diversos lenguajes que estaban siendo transmitidos. Atónitos y maravillados, ellos preguntaban: ¿Acaso no son mujeres todas aquellas que están hablando, cantando y bailando? ¿Cómo nosotros, hombres, estamos recibiendo las maravillas de Dios por ellas? “.

También preguntaban: ¿Qué significa esto? “. Algunos, sin embargo, se burlaban de ellas y decían: “Ellas bebieron demasiados, son hechiceras, brujas. Es imposible que venga algo bueno de las mujeres”.

Entonces, todas las mujeres se levantaban juntas y dijeron, guiadas por la Ruah: “¡Hombres de este mundo, déjennos explicarles esto! Escuchen con atención: No estamos borrachas, como ustedes suponen. Por el contrario, esto es lo que fue predicho: “Vendrá tiempo en que la Ruah Divina bailará sobre todos los cuerpos, ya no siendo propiedad de la religión judeocristiana y no sólo de los hombres. Será  tiempo de que mis hijas profeticen, mis jóvenes tendrán visiones y mis queridas ancianas tendrán sueños y profetizarán palabras de Sofía. “Derramaré sobre ellas mi Espíritu y ellas profetizarán.”

¡Y así fue como el Soplo de la Vida inspiró a las mujeres a convertirse en artistas, poetas, escritoras, bailarinas, cantantes, teólogas, pastoras y les dio la fuerza para que se convirtieran en lo que quieran ser!

Hechos 2: 1-18

Traducción: Claudia Florentin Mayer

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