Por Yenny Delgado
El reporte Mueller deja claro que el presidente Trump ha obstruido la justicia en diez casos distintos con el fin de encubrir posibles interacciones con Rusia desde antes de la elección y durante la investigación que ha durado 22 meses.
No hay duda de que, si cualquier otro expresidente hubiera cometido una acción similar para pervertir el curso de la justicia, el Congreso habría comenzado el proceso de impugnación hace mucho tiempo. De hecho, hace aproximadamente 20 años, el Congreso decidió impugnar al presidente Clinton por mentir sobre su relación extramatrimonial. Ahora nos enfrentamos a una situación crítica donde es claro que el actual presidente está envuelto y sólo la idea de procesarlo causa temor entre ambos partidos políticos, así como en la ciudadanía ¿por qué?
Seamos sinceros, si cualquier otro ciudadano trabajador de Estados Unidos tuviera este historial, sería expulsado no sólo de su puesto, también sería acusado de corrupción y tendría que afrontar un juicio. No hace falta decir que, si ese ciudadano fuera una persona latina o afroamericana, ya estaría en la cárcel cumpliendo una condena. Sin embargo, estaríamos siguiendo ciegamente una narrativa falsa si pensáramos que la respuesta al informe y las ofensas de Trump se rompen en inclinaciones puramente partidistas. La incapacidad de la mayoría de los congresistas para repudiar las acciones del presidente Trump es una incapacidad para enfrentar una crisis en la ideología de la supremacía blanca que es base fundacional del país.
La construcción de la ideología de supremacía
La construcción sociológica de una raza superior y luego la posterior autoproclamación de las personas blancas en el vértice de esta pirámide de falsas jerarquías promovidas por pensadores ilustrados del siglo XVI, ha llevado a resultados horribles para las personas de color a lo largo de años. Un rápido vistazo de la historia ilustra claramente cómo las ideas de superioridad en el continente llevaron a la deshumanización y genocidio:
- Americanos originarios: Estos individuos no tienen alma. Por lo tanto, está bien esclavizarlos y matarlos para tomar sus tierras.
- Africanos: Ni siquiera son realmente seres humanos. Por lo tanto, está bien si los esclavizamos, violamos a las mujeres, y les forzamos a trabajar y construir el país.
- Asiáticos: Estas personas pueden construir las líneas de tren. Por lo tanto, está bien establecer una ley de exclusión y relegarlos a los escalones más bajos de la sociedad.
- Migrantes y refugiados: Estas personas son todos violadores, asesinos y terroristas. Por lo tanto, es buena idea mantenerlos en corrales y en centros de detención como animales. Podemos separar a sus familias y abusar de sus hijos. Podemos aprovecharnos de su mano de obra barata.
Estos hechos históricos hacen que la auto-reflexión y crítica sea increíblemente difícil ya que se creó la leyenda de que la superioridad venía por la pureza que traían los europeos instalados en el nuevo continente. Así las personas descendientes de migrantes europeos (ingleses, franceses, irlandeses, holandeses, portugueses, españoles) hacia un grupo más homogéneo ¨los blancos¨, todas las demás poblaciones eran inferiores. De esta manera, a través de la mitificación de los fundadores y las “luchas épicas” de dominar a occidente y convertirse en los dueños no sólo de la tierra sino de todos los que habitaban en ella, se forjó una nueva identidad en la base de las ideas tanto de Locke como de Rousseau.
A lo largo de los años, la deshumanización de los no blancos pasó a discursos racistas, segregacionistas hasta lograr ser normalizada en la sociedad estadounidense. Ya para 2017 cuando Trump llegó a la presidencia mostró una cara diferentes a las apariencias guardadas por lo políticamente correcto para salir a nivel público una ideología sin filtros, desequilibrada y sin adulteraciones.
Desde los inicios de la era de la radio y la televisión en Estados Unidos, nunca hemos visto a un presidente así. Literalmente, una estrella de la televisión cuyas únicas calificaciones para postularse a la presidencia fue venderse como un líder empresarial exitoso. Sin embargo, desde su elección ha quedado muy claro que tanto sus políticas como su comportamiento errático están causando fricciones e inestabilidad tanto a nivel nacional como internacional. Y es exactamente ahí donde se encuentra la crisis de la supremacía blanca en el país, el apoyo de los hombres y mujeres blancas para mantener a Trump en la presidencia pese a las pruebas de estar cometiendo actos criminales.
Entonces, ahora todos estamos aquí ante una crisis de convicción, un dilema y una decisión, un problema de proporciones significativas. ¿Cómo aborda esta mayoría blanca el hecho de que el hombre blanco y rico que se presentó como el único capaz de solucionar los problemas del país es en realidad un hombre que tenía un historial conocido de fraude, de acusaciones de violación y, además, de ser abiertamente xenófobo y supremacista?
No solo el partido Republicano, sino también el Demócrata, están empezando a mostrarnos que la idea de proteger de una inestabilidad es sólo una excusa, detrás de eso se niegan a dar la espalda a la base que ha apoyado a Trump y sigue creyendo en la ideología de la supremacía blanca. Los y las líderes de la Cámara temen que la mayoría del país no apoye un proceso de juicio político hacia el actual presidente y que deberíamos esperar hasta las próximas elecciones presidenciales en noviembre 2020, para permitir que el país tenga voz. Este argumento sugiere que las leyes y la justicia no se aplican de igual manera si se trata a un hombre blanco y rico que representa la ideología con la que se fundó el país, esclavista y discriminatoria de hace 400 años.
Es por eso que lo que viene sucediendo en este momento es tan problemático. Dirigentes políticos actuales se sienten tan reacios a enfrentarse a la ideología que a guiado al país desde su fundación. El genocidio es más importante que el estado de derecho que se desarrolló para mantener el predominio de la raza blanca. El uso de la construcción del dominio de la raza blanca para unir a al país no funcionará por mucho más tiempo. Esta ideología y sistemas de corrupción que han gobernado al país por cuatro siglos debe terminar, los favoritismos y la idea de que Trump como “hombre blanco intocable” debe ser desmantelada. El primer paso es responsabilizar al presidente por sus acciones y crímenes ya descritos en el Informe Mueller.
Yenny Delgado es Psicóloga social, teóloga y activista social. Es miembra activa y “elder” gobernante en la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos. Además es enlace regional de la Red TEPALI en Estados Unidos.
Tomado de ALC Noticias en español
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