Por Sofía Chipana Quispe
En este compartir, ubico a las teologías feministas, en los procesos del aporte epistémico del feminismo, que cuestiona la cultura hegemónica masculina, que se presenta como única y como referente. Por otra parte, rescato la interculturalidad, que confronta todo pensamiento y experiencia que se presenta como única, verdadera y universal, por lo tanto ambos aportes cuestionan a la cultura dominante.
Por otra parte lo que hace intercultural al feminismo, es que reconoce en su diversidad, aunque en lo cultural, fueron las mujeres afroamericanas con el movimiento Black feminist (feminismo negro) o el womanismo (mujeres negras) que abrieron el debate respecto de la universalización de las posiciones sociales y políticas de las feministas americanas y europeas, para dar paso a definir su lucha política; de este movimiento se heredará el planteamiento de la interseccionalidad para explicar la interconexión entre clase, género, y raza [cultura] a nivel estructural, político, institucional e identitario. Y en nuestros tiempos esos aportes nos llegan desde los feminismos decoloniales o descolonizadores que cuestionan la pretensión de un feminismo hegemónico.
De los diversos planteamientos del feminismo, surge una solidaridad y complicidad necesaria y urgente que hace frente al sexismo, racismo, la pobreza, el capitalismo, por lo tanto, las cuestiones de género no se limitan a las mujeres, sino a las diversas realidades que generan fragmentaciones, rupturas, opresiones. En ese sentido lo más sensato es asumir un feminismo diverso que se entreteje desde la alteridad, con las mujeres consideradas de “tercer mundo”, ya que por mucho tiempo, las poblaciones empobrecidas han sido objeto no sólo de estudios, sino también subestimadas en su ser y quehacer, y no reconocidas en sus resistencias colectivas.
En ese proceso, ubicamos a la articulación de las teologías feministas, que asumen una propuesta emancipadora y contrahegemónica, en los espacios teológicos occidentales, patriarcales y antroponcéntricos. Se trata de dinámicas sororales, de hermanas que conspiran desde diversos espacios, aunque cada articulación se ubica desde los “conocimientos situados”. Sin embargo, la crítica al patriarcado religioso, que ubica a la mujer como un ser subalterno, la teología feminista, la ubica como sujeto teológico. A su vez, su aporte busca cambiar la injusticia económica, cultural, ambiental, política y toda esa agresión, violencia y dominación contra las mujeres.
En ese sentido la teología feminista parte de la interseccionalidad de género, para analizar las dominación racista, patriarcal, clasista, sexista y generacional, por ello me parece importante rescatar el aporte de Ivone Gebara, cuando plantea que “la epistemología feminista afirma que la dimensión de género no sólo completa el conocimiento, sino que modifica sus principios, su fundamento y su expresión histórica”, de ese modo es posible regenerar los equilibrios necesarios al interior de esta gran casa común.
Finalmente un gran aporte intercultural que está más vinculada a la teología feminista, es la reconfiguración del monoteísmo cultural religioso, al presentar otros modos de sentir y vivir la experiencia del Misterio de Vida, en un fuerte vínculo con las espiritualidades cósmicas de pueblos ancestrales.
Sofía Chipana Quispe es Teóloga aymara boliviana, Coordinadora de Lectura Intercultural de la Biblia del Instituto Superior Ecuménico Andino de Teología. y Directora del Programa de Educación Alternativa Thakichañani.
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