Por Sara Baltodano Arróliga

A continuación expondré algunos de los principios que considero son importantes para guiar la docencia de la psicología pastoral en nuestras instituciones teológicas, en busca de cursos que modelen y promuevan la mutualidad y la inclusividad, considerando que todo acompañamiento pastoral es más un proceso que un producto, es más una herramienta que una solución.

Esbozaré cuatro de los lineamientos que hemos estado trabajando en la Universidad Bíblica Latinoamericana en la docencia de la psicología pastoral para promover relaciones de género más simétricas y justas.

  • En primer lugar, la enseñanza de la psicología y acompañamiento pastoral debe considerar a las personas como artífices de su propia transformación. Nos colocamos claramente en contra de toda relación de ayuda que sea asimétrica y que promueva la disparidad y el abuso de poder basado en la obediencia de normas y doctrinas dictadas por la consejera o el consejero. Este modelo reproduce la relación patriarcal sustentado y reforzado por la religión de iglesias hegemónicas que impiden que las personas y comunidades le den nombre a su propia experiencia y busquen su propia respuesta al sufrimiento.
  • En segundo lugar, la enseñanza de la psicología pastoral no puede ser neutral, sino que debe hacer una opción epistemológica alejándose del pensamiento positivista con sus fórmulas prefabricadas que ha dominado los estudios sociales. Más bien, debe observar las realidades con sospecha epistemológica que problematiza y le hace preguntas críticas a la sociedad que se ha construido sobre una filosofía que sustenta el patriarcalismo como visión única de la autoconciencia del ser humano. Es importante afirmar que la acción de sospechar nos carga de capacidad transformadora.
  • En tercer lugar, los cursos de psicología y acompañamiento pastoral necesitan revisar y evaluar las imágenes de Dios y la relación humana con la divinidad. Las imágenes patriarcales de un dios guerrero, rey, padre, señor de los ejércitos, dador de todas las cosas, han sido privilegiadas de tal forma que imposibilitan la cercanía y el encuentro con el rostro amoroso de Dios. Estas imágenes hacen que la relación con Dios esté mediada por el miedo y la culpa, o por el resentimiento con un dios distante que es incapaz de aceptarnos y amarnos como somos.
  • En cuarto lugar, los cursos de psicología y acompañamiento pastoral necesitan involucrar toda la corporalidad. El pensamiento platónico dualista mente-cuerpo ha permeado la teología práctica al glorificar una racionalidad desconectada de las experiencias corporales. La teológica cristiana hegemónica es la que enfatiza una visión trascendente de Dios que conduce a una polarización colocando en un extremo la minusvaloración del cuerpo, de lo cotidiano, de la tierra y de las mujeres, y, en el otro extremo, la sobrevaloración de la razón, del éxito, de la fuerza y de los hombres. De ahí que en un acompañamiento pastoral con perspectiva de género también habría que revisar los imaginarios sobre belleza, identidad corporal, aceptación y rechazo. Las discapacidades y los cuerpos muy delgados o gordos, los cuerpos empobrecidos y vestidos sin lujo, son considerados muy lejanos de la concepción humana ‘perfecta’ capaz de reflejar plenamente la imagen de Dios – entendiendo por ‘perfección’ el éxito, la fuerza y la razón. .
Share This